EDUARDO MARTURET

DIRECTOR Y COMPOSITOR

BIOGRAFIA COMPOSITOR

“Los directores de orquesta siempre fueron compositores. Originalmente, no se concebía la figura de un director de orquesta que apareciera desvinculado de la creación de la obra. En mi caso también ha sido así: primero fui compositor.

Creo además que es la manera más natural de llegar a ser director de orquesta (...) La primera vez que compuse algo conscientemente fue a los 14 años, pero desde que nací los sonidos internos y externos han tenido un significado muy importante para mí. La relación mental que tenía con ellos desde muy niño es la misma que tengo ahora cuando compongo. Es difícil definir mi música dentro de un estilo específico. Para mí lo imprescindible es la tensión armónica, sin ella no hay ni melodía ni estructura musical”, Eduardo Marturet.

Eduardo Marturet inició su formación como compositor bajo la tutela de los maestros Katleen Wood, Alexis Rago y Roger Smalley.

Un interés especial por la nueva música lo llevó en 1976, durante sus estudios en Cambridge, a fundar y presidir la Contemporary Music Society. Así mismo fue invitado a interpretar sus composiciones por la prestigiosa Society for the Promotion of New Music de Inglaterra.

Cuando en 1977 fue nombrado director Musical del Cambridge Contemporary Dance Group, estrenó algunas piezas propias. En esa época compuso una de sus obras más aclamadas: donde yace la inmensidad de los Llanos venezolanos, de lo infinito, de lo abstracto, con el doble sentido y religiosidad primaria del Canto Llano.

En la década de los ochenta Eduardo Marturet escribió tres obras orquestales de formato tradicional: Notturno (1980) - basada en tres haiku-, Sol por Occidente (1982) y Secretos (1986). Rubén Monasterios crítico del diario El Nacional de Venezuela calificó esta última como “una de las más inspiradas entre todo lo escuchado de autores venezolanos contemporáneos en los últimos tiempos”.

 Los desafíos

Desde su época de estudiante Eduardo Marturet considera que el “concierto” es un medio de expresión obsoleto. Es paradójico que sea un exitoso director de orquesta el que se plantee un divorcio entre la sala de conciertos y la música nueva. “La Orquesta Sinfónica es un tipo de organización cuyo modelo amerita ser sometido a un detenido análisis si se desea que ella sobreviva los profundos cambios que con seguridad presenciaremos en el transcurso de las próximas décadas”, ha señalado.

Es por ello que el músico se planteó proyectos como Música Viva y Casa Bonita que buscaban romper con la estructura del escenario delimitado por las paredes de una sala, cuestionando la relación de la música con el público y el tiempo.

“Me preocupaba el grado de aislamiento al cual habíamos llegado con respecto al público y su identificación con la melodía. Tradicionalmente, la música que escuchamos en una sala de conciertos tiene aceptación en la medida en que se impone sobre nosotros, nos invade y hace olvidar el entorno”,

En 1980 creó Música Viva, un trío especializado en música contemporánea conformado por Randall Griffin en las maderas, Timothy Kotowich en la percusión y Eduardo Marturet en los teclados. El proyecto de improvisación, experimentación y búsqueda de nuevos códigos debutó en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas.

En 1982 se le encargó a Marturet el diseño musical del pabellón de Venezuela para el Epcot Center de Florida, Estados Unidos. Aunque nunca fue exhibido, este proyecto fue fundamental en el desarrollo de sus ideas sobre “música ambiental”. En él Marturet experimentó y desarrolló conceptos propios como “soundscape architecture” y el efecto subliminal de sonidos no audibles por el oído humano.

Seis años después elaboró el innovador concepto de Casa Bonita 1988, una ambiciosa obra de investigación sobre los alcances de la música contemporánea con un formato de música ininterrumpida de 24 horas y el sonido manipulado en su tiempo real: “Un sonido que se mezcla con su entorno, un sonido que envuelve”. El experimento de música ambiental y arte contemporáneo, exhibido en el Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber de Caracas, tuvo tres grandes obras simultáneas, cada una de ocho horas de duración. En él trabajaron los creadores plásticos Rafael Barrios, Jorge Pizzani, y Marcos Salazar Delfino.

“Todo intento de explicar Casa Bonita debe pasar por referirse a Eduardo Marturet, sin duda uno de los más importantes talentos de la Venezuela contemporánea. Se trata más que de descubrir al compositor, hasta ahora conocido como conductor brillante. En el ser no convencional que lo desborda con su caudal suficiente como para llenar las tres salas principales del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas”.

Eduardo Marturet es uno de los pocos compositores de la actualidad trabajando con estructuras extendidas en el tiempo. Su ‘Cabré’ de Casa Bonita crea un sonido electrónico ambiental que demuestra que el creador tiene la destreza de expandir desde el nivel de un punto microscópico a una forma de euforia macroscópica inspirada en la meditación”

Música para ser. Música para los espacios de un Museo. Música que modifica la percepción convencional del tiempo y elimina las fronteras entre el sonido y el espacio artístico. Música que se transforma; se vuelve objeto, instalación, historia de los tiempos, nostalgia automática, canto de los grillos, voces secretas… Música para cambiarnos. De cada cual. Para vivir en ella”

El desarrollo

A partir de la década de los 90 Eduardo Marturet ha desarrollado obras experimentales como Las Campanas del Silencio en 1992, concebida para ser ejecutada por los campanarios de todas las iglesias de una ciudad, un país, o del mundo, durante siete días y siete noches.

“Es una obra con gran contenido místico y social. Si nos ponemos a pensar, las únicas manifestaciones que unen masivamente a la gente, aparte del fútbol y las elecciones, son malas noticias, eventos trágicos, terremotos, tormentas, guerras y epidemias. Debido a la enorme dimensión de esta obra, el público sólo puede escuchar fragmentos de ella. Individualmente nadie escucha la misma parte, solo Dios sería capaz de abarcar el sonido total”

Eduardo Marturet también ha realizado numerosas obras de cámara como Tres Tiempos 1990Música para 6 y Saxo 1992La Hamaca 1998 y Paramythya 2002. También obras sinfónicas como Siglos de Luz 1995Capricho Criollo 1996Mantra 1997 y Memorias de un Bravo Pueblo 2002.

Sus composiciones han sido grabadas por orquestas y músicos solistas como Luis Julio Toro, Marisela González, Rubén Riera, Alondra de la Parra y Carlos Duarte.

LA GRAN PANTALLA

Eduardo Marturet ha compuesto obras para bandas sonoras de producciones cinematográficas, por las que ha obtenido premios y reconocimientos.

"Adoro el cine. De las manifestaciones artísticas, aparte de la música, es mi favorita. Me gusta hurgar en el pasado de esta expresión audiovisual y ver lo que se ha hecho en décadas atrás"

Por la música de la película franco-venezolana Oriana (1985), que ganó el Premio a "Camara d'Or" Festival de Cannes (1985), obtuvo el Premio a la Mejor Música Festival de Mérida 1986. En 1999 realizó la banda sonora del film Manuela Sáenz por la que obtuvo el Premio Municipal de Caracas (2000) y el premio Mejor Música de la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos (ANAC) en 2004.

“Me declaro precario para transmitir la trascendencia de la banda sonora que Eduardo Marturet compuso para la película de Diego Rísquez sobre la epopeya de una de las mujeres más emblemáticas del coraje latinoamericano: Manuela Sáenz. (...) Si algo hay en esta banda sonora es eso que llaman belleza. La frenética, terrible y heroica vida de la mayor amante del Libertador es contada en melodías de perturbadora emotividad… Marturet se sumergió en la piel de la historia y construyó su propia trama de sonidos para lograr una música que dimensionará dramática y estéticamente la crónica vital de Manuela Sáenz

En 2006 desarrolló la música para el filme Miranda, por el cual obtuvo el premio a Mejor Música en el Festival de Mérida 2006. 

A partir del año 2007 mantuvo una intensa actividad como compositor, teniendo en su catalogo obras: Latidos del Tibet (Caracas, 2008) For Tibetan Gongs and Orchestra, Two readings of Waldo (Miami, 2013) For Full Orchestra and Image Projection, Candy Island (Miami, 2014) For Full Orchestra, Wizard Turtle (Miami, 2015) For Full Orchestra, @ Zahas Place (Miami, 2015), Variations on With a Little Help from my Friends (Miami, 2016) For Full Orchestra, Solo Guitar, Solo Soprano and Chamber Chorus, Pictures for an Exhibition (Miami, 2016) For Full Orchestra and Image Projection, Music for 60 & Sax (Miami, 2017) For Full Orchestra and Solo Saxophone y Planet Nine (Miami, 2019), estrenado en Miami para su inducción como uno de los visionarios de la Fundación Genius 100 de Albert Einstein.